La actual ortografía española empieza a codificarse en el siglo XVIII, con el establecimiento en 1727 de las primeras normas ortográficas por parte de la Real Academia Española al poco tiempo de su fundación. Hasta ese momento las vacilaciones en las grafías eran constantes: unos optaban por soluciones fonémicas, tratando de adecuar su escritura a la pronunciación oral, y otros se decantaban por criterios etimologizantes, manteniendo grafías que carecían de correspondencia en la pronunciación del español de la época. El resultado era una falta de unidad que dificultaba la comprensión.
Actualmente las 22 academias del español mantienen acuerdos que garantizan la unidad ortográfica. De este modo, la última edición de la Ortografía de la lengua española (1999) se ha elaborado con la colaboración consensuada de todas las academias de América y de Filipinas.
La ortografía se preocupa mucho por el buen uso de la grafías, sobre todo aquellas que presentan igual sonido y que provocan una gran confusión al momento de escribir las palabras, como la "g", "j", "c", "s", "z", "b", "v", "ll" e "y". Otros puntos son la correcta utilización de los signos de puntuación, la acentuación y tildación, que carecían de correspondencia en la pronunciación del español de la época. El resultado era una falta de unidad que dificultaba la comprensión.
Actualmente las 22 academias del español mantienen acuerdos que garantizan la unidad ortográfica. De este modo, la última edición de la Ortografía de la lengua española (1999) se ha elaborado con la colaboración consensuada de todas las academias de América y de Filipinas.
La ortografía se preocupa mucho por el buen uso de la grafías, sobre todo aquellas que presentan igual sonido y que provocan una gran confusión al momento de escribir las palabras, como la "g", "j", "c", "s", "z", "b", "v", "ll" e "y". Otros puntos son la correcta utilización de los signos de puntuación, la acentuación y tildación, que carecían de correspondencia en la pronunciación del español de la época. El resultado era una falta de unidad que dificultaba la comprensión.
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